La lección 110 del curso de milagros enseña que somos tal como Dios nos creó y que esto significa que no hemos cambiado realmente a nosotros mismos ni al universo. Si creemos en esta verdad, el miedo, la maldad, la aflicción y la muerte no tienen sentido y no existen. Esta idea es suficiente para sanar el pasado, liberar el futuro y permitir que el presente se acepte tal como es. Si seguimos siendo tal como Dios nos creó, las apariencias no pueden reemplazar a la verdad, la salud no puede trocarse en enfermedad, la muerte no puede suplantar a la vida ni el miedo al amor. La práctica de la afirmación «Soy tal como Dios me creó» es la cuna de todos los milagros y la restauradora de la verdad en la conciencia del mundo. Debemos buscar en nuestro interior al Cristo en nosotros y reconocerlo como lo que somos para abandonar nuestros ídolos y abrir nuestros brazos, corazones y mentes a Dios. La lección concluye diciendo que debemos recordar esta verdad a menudo y declararla como la Palabra de Dios que nos hace libres y nos permite entrar a la paz de Dios y a Su eternidad.
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